Un cantautor cuyas canciones han sido versionadas por, entre otros, Alejandro Escovedo, Bruce Springsteen, Solomon Burke, Heart, Peter Mulvey, Mofro o Calvin Russell, un compositor con un sentido naturalista de la narración y el dibujo de personajes, muy por encima de muchos de sus coetáneos y un sentido melódico que combina el impacto del rock con los matices del country, el blues, el funk, el soul y el folk o la música más exótica y experimental. Un tipo que parece que en lugar de ir cumpliendo años los van restando de las hojas de su particular calendario y un músico que cae bien, que sabe como tocar la tecla para no sonar apolillado (aunque sus referentes sean tipos ya muy veteranos o incluso ya difuntos). Es que Chuck Prophet es de esos personajes que vive permanentemente instalado
en una envidiable mocedad: primero porque siempre ha estado ahí (o por lo menos lo parece) y segundo porque, tanto físicamente como en cantidad y nivel de publicaciones, no baja el pistón. Prácticamente ninguno de sus discos está debajo del notable y mientras algunos entregan bocetos con los detalles justos para saciar el voraz apetito del fan, otros obligan a sus seguidores a entender su propio final feliz. Prophet es de estos últimos: el maestro de la metáfora y las analogías. Su apellido es ya una declaración de principios en sí misma, por lo que, por favor, sigamos las predicciones pop de “el profeta”.
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