Ya hemos loado las bondades de The Beta Band en Hotel Arizona -sobre todo las de su primera etapa- en varias ocasiones, pero es que aún compartiendo esa filia común por la psicodelia de fin de siglo, el proyecto que lidera Gordon Anderson (antiguo miembro y co-fundador de éstos) llamado Lone Pigeon es, si cabe, mucho más sugerente y estimulante que el de sus paisanos de Edimburgo, amén de ser más clásico en el planteamiento y resolución de su repertorio.
Gordon tuvo que dejar la banda madre debido a diversos problemas físicos y se refugió en la calidez de su hogar para obsequiarnos con su vena más intima, bucólica y despreocupada.
Gordon tuvo que dejar la banda madre debido a diversos problemas físicos y se refugió en la calidez de su hogar para obsequiarnos con su vena más intima, bucólica y despreocupada.
Si las canciones de "La Beta" son expansivas, con gran profusión de arreglos, por momentos ampulosas y largas en su minutaje, las que nos propone el bueno de Anderson son meros apuntes cogidos con alfileres, bocetos, pequeños trazos o canciones que suenan a demo casera.
Como sin pulir y extremando las máximas del "hazlo tu mismo" y del lo-fi casero, "Concubine Rice" está vertebrado en un total de catorce composiciones, la mayoría de ellas dividida a su vez en dos, tres o cuatro apuntes de canción cada uno, unos más largos en minutaje, otros más escuetos, arropados con más arreglos (siempre en clave hogareña), o en su esqueleto, instrumentales o solo con voz y un débil susurro instrumental, todas las canciones que nos ofrece este disco son disfrutables de una u otra manera y contienen una carga evocadora palpable a la primera escucha.
Muchos son los referentes que tienen su pequeño detalle implícito en las melodías que pueblan este álbum: Elliott Smith, Stephen Merritt, Nick Drake, el pop de dormitorio, la psicodelia de juguete, Bob Dylan, los juegos alucinógenos de Syd Barrett, el flok británico (también el americano), el primer Kelley Stoltz, la costa oeste... pero todos con un nexo común que los hace irresistibles LA TERNURA con que están provistas todas y cada una de estas viñetas paridas por la masa neuronal de este genio escocés de la baja fidelidad que es Gordon Anderson.
Cualquier otro trabajo de estas características, léase: gran cantidad de exposiciones, diversidad de estilos, excesivo minutaje, grabado sin apenas medios, falta de concreción.... podría ser tomado como una broma o un simple pasatiempo, pero se ve que se ha puesto cariño, mimo y un cuidado ineterés en la creación (minimalista por momentos) de ambientes y texturas, de coros y arpegios, de areglos y melodías......una delicia sin duda alguna.
Como ese juguete barato al que de pequeño le tenías más cariño que a otros más caros o sofisticados, así es "Concubine Rice".
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