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viernes, 20 de noviembre de 2020

Discos: "Strange Weather Lately" ASTRID (Fantastic Plastic Records-1999)


Superado ya el cólico que provocó la ingesta masiva de productos de dudosa calidad dentro de la huerta poco ecológica de la que germinó aquello llamado Brit Pop (concretamente en 1999), cuatro postadolescentes residentes en la fría Isla de Lewis —al noroeste de Escocia—, y que se hacían llamar Astrid, editaban su estreno en largo bajo el título de Strange Weather Lately, que para el que esto escribe es uno de los debuts más estimulantes que una banda de "Las Islas" publicaba en los 90.
El cuarteto extrae su nombre de la fotógrafa alemana Astrid Kirchherr, famosa por mantener una relación sentimental con Stuart Sutcliffe, el primer bajista que tuvieron los Beatles antes de editar su primer single.

Aparte de la curiosa elección del nombre del grupo, algo debían de tener estos jovenzuelos para que el mismísimo Edwyn Collins (Orange Juice) se encargara de producirles su presentación, que finalmente ofició el sello londinense Fantastic Plastic Records. Un disco del que el mismísimo John Power (The La's) estaría orgulloso —e incluso nos atreveríamos a decir envidioso— de haber compuesto y ejecutado, ya que por sus venas laten fuertes los impulsos de los La's, sí, pero también los de bandas escocesas con pedigree como los primeros Teenage Fanclub, los Pastels más inspirados o los BMX Bandits más combativos.
Manteniendo unas coordenadas sonoras muy británicas, Astrid recogen lo mejor de cada una de los citados combos aportando un acabado más poderoso, lo que les emparenta con formaciones de power pop pretérito con tilde el la O de power como The Plimsouls, The Nerves o The Only Ones, sin perder su impronta atemporal ni una personalidad que en entregas posteriores se desvanecería en detrimento de ocupar algunos lugares comunes (y cierto desequilibrio entre canciones) dentro del pop escocés.
Hablamos de trece burbujeantes números con un extra de crujiente, nervio melódico y un sonido formidable, que no desmerecen en absoluto a los que registraron los mejores estiletes del pop-de-guitarras de finales de los setenta y primeros ochenta (tanto en los Estados Unidos como en Gran Bretaña) y que ha pasado la prueba temporal del algodón como pocos.

En definitiva, un nutritivo disco de pop aguerrido, heredero tanto de la new wave más entonada como del pop independiente escocés de los noventa, que os pondrá en órbita cada vez que la yema de vuestro índice pulse el play del reproductor.



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