Hace dos días escasos —el diez de abril— se cumplían veinte años de la publicación del que, para el que esto escribe y con permiso de Half Smiles Of The Decomposed, es el mejor trabajo de GBV del presente milenio, el morrocotudo Isolation Drills. Su título, "simulacros de aislamiento", no puede tener más vigencia estos días y pertenece a la, digamos, etapa luminosa y más producida de la banda de Dayton. Un álbum —grabado en los Cro-Magnon studios de su ciudad— en el que ya quedan atrás sus producciones lo-fi y suenan rotundos, melódicos y prodigiosamente atemporales. Tras el giro que dieron con su anterior Do The Collapse (TVT-1999), producido por Rick Ocasek y en el que se les vieron las intenciones de llegar a un público más amplio, quedándose quizá a medio camino, en Isolation Drills se presentan con un sonido resplandecientemente pop. Mucho de ese brillante envoltorio es obra del productor del mismo, Rob Schnapf, responsable del sonido de, entre otros, Elliott Smith, Beck, Dr. Dog e incluso del Potato Hole de Booker T y Drive By Truckers. Con el cambio de centuria GBV desatrancan total y definitivamente sus tuberías y se emparentan, por momentos, en intención y acabado con próceres de los sonidos más underground pop como Yo La Tengo, Steve Wynn, Built To Spill, Robyn Hitchcock, Sugar, Sebadoh o Silver Jews.
Para sus sesiones de grabación contaron con el citado Elliott Smith (al órgano en dos canciones y al piano en otra), repescan a Tobin Sprout en otro corte y ayuda en los arreglos de cuerda The Soldier String Quartet. Y es que aquellos días en los que la baja fidelidad empapaba todo el repertorio de los de Ohio ya pasaron, pero si sois de los que amabais a GBV por la estructura de sus canciones en lugar de por su sonido descuidado y encantador, os alegrará saber que en el álbum que nos ocupa Pollard y compañía tampoco utilizaron el profesionalismo arquetípico para sacar más provecho. Parece como si Isolation Drills fuera el disco que el grupo llevaba buscando grabar desde hace años. Se ve ya claramente esa filia por la contundencia de algunos de los combos más potentes de los setenta —que se verá ampliamente retratada en obras posteriores—, con The Who o Cheap Trick a la cabeza, hacen crujir sus guitarras y sus fortalezas se ven potenciadas por una apreciable subida de intensidad respecto de su trabajo anterior, el mentado Do The Collapse. Cada canción tiene su peso específico en la secuenciación del mismo y no bajan el pistón de la alta fidelidad en ningún momento (excepto en «Frostman», grabada voluntariamente en un cuatro pistas). Se escucha a un Pollard realmente pletórico, en primer plano y la banda suena tensa y contundentemente armónica. Todos estos atributos propician que, como decía más arriba, vea en este disco uno de los mejores lanzamientos de GBV (por no decir el mejor) y también de los más aplastantes de entre todos los que se han editado en la primera década de este siglo. Porque un disco que encierra pelotazos como «Fair Touching», «Chasing Heather Crazy», «Twilight Campfighter», «Unspirited», «The Brides Have Hit Glass» o ese himno inmarchitable, titulado «Glad Girls» (y por el que muchísimas formaciones darían varias de sus falanges), debe tener un sitio exclusivo en nuestra primorosa discoteca. ¡Favoritos!El oasis al final del desierto del dial...
Sábados 12:30 horas, 107.5 F.M. (Madrid) o en Radio Enlace
lunes, 12 de abril de 2021
Veinte años de «Isolation Drills» de Guided By Voices.
Desde que cambiamos de siglo Guided By Voices han visto publicados cerca de veinticinco álbumes de estudio (sin contar directos y demás misceláneas, entonces rondaríamos las cincuenta referencias). Siendo sinceros, la calidad de la mayoría de los mismos no es para tirar cohetes — siendo su etapa más mollar la del inicio de centuria—, aunque tratándose de quien se trata en sus discos siempre hay algún que otro aldabonazo melódico que echarse a la oreja. Considero, además, que —excesos aparte— el bueno de Robert Pollard no ha tenido toda la vindicación que sí han recibido otros nombres de una hornada (la del indie americano de los noventa) en la que había que saber separar bien el grano de la paja, y creo que él es semilla de calidad.
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