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jueves, 30 de abril de 2020

Discos: «Into Your Ears» PETE DELLO & FRIENDS (Nepentha-1971)

Hace algunos días, desde la revista digital La Ganzúa, me pidieron que reseñara un disco que por sus características me emocionara especialmente. Hay muchos, pero este de Pete Dello es de los que más me arrebatan a cada nueva escucha.
Este es el texto:

Leí en su día una entrevista a Jeff Tweedy (Wilco) en la que declaraba que las grabaciones del lapso de tiempo que va de 1971 a 1973 son las que mejor sonido atesoran. El álbum que nos ocupa entraría dentro de ese periodo temporal (1971), pero monopolizar su vindicación solo al apartado técnico sería una temeridad, porque en mi opinión se trata de una de las obras más hermosas registradas nunca, tanto en el fondo como en la forma: así, plain and simple.

Pete Dello —de nombre real Peter Blumsom (Oxford 26.05.1942)— comenzó su carrera como músico a finales de los cincuenta haciendo skiffle formando parte de Grant Tracy & The Sunsets o The Yum Yum Band. Ya en los sesenta se dedicó a escribir canciones para otros y posteriormente montó, junto a Colin Hare, Ray Cane y Peter Kirche, a los no lo suficientemente valorados Honeybus. Justo cuando estos empezaban a hacerse un nombre y podrían convertirse en una banda con peso dentro del poblado mapa musical británico de la época, la presión venció a Dello, poco atraído por las largas giras, y decidió abandonar el grupo ante la perspectiva que se le avecinaba con su posible éxito, que finalmente no se produjo. Tres años después de su marcha se publicaba su estreno en solitario, un disco exquisito acreditado a Pete Dello & Friends, y esos amigos que ayudaron a Dello a llevarlo a buen puerto fueron sus antiguos compañeros en Honeybus.

Into Your Ears se grabó en tres estudios diferentes de Londres, con sus respectivos tres ingenieros, y de la producción se hizo cargo el propio Dello. Se trata de un disco bellísimo, un tanto fuera de su tiempo y de su lugar, como un ente separado de la realidad pop de la época y uno de los álbumes más especiales que se hayan grabado nunca. Posee, además, la asombrosa ambivalencia de ser melancólico y optimista a un tiempo, potenciada por la trémula voz de su protagonista. Esa dicotomía tan complicada de plasmar con verosimilitud y que aquí quedó tallada en indeleble hueco relieve para disfrute de las generaciones venideras que estén dispuestas a probar tan delicioso e inaccesible fruto. Así encontramos números muy cercanos al costumbrista universo Kinks y otros más inclinados al pop barroco o al sunshine pop de día medio nublado, pero todos aferrados a su propia idiosincrasia melódica y almidonados con elegantes arreglos (en un falso segundo plano) que realzan la belleza de un LP que, por derecho propio, debe colocarse a la vera —o por delante— de discos con mucho más fuste mediático. Fue el primero y el único álbum que grabó Dello como solista, que poco después apagaría la tenue luz del foco que le alumbraba para dedicarse a la enseñanza, y que en 1971 hizo un pequeño hueco para entregarnos una de las piezas esenciales de la belleza hecha música.


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