El próximo 5 de abril se cumplen veinte años de la publicación de uno de nuestros discos de cabecera de lo que llevamos de siglo. Y por eso queremos rendirle un respetuoso homenaje.
At Dawn es el segundo trabajo de esta banda
de Louisville (Kentucky), liderada por Jim James, que ya desde su preciosa y evocadora portada emite pistas de por dónde van a ir los tiros formales. Un atmosférico, épico (en el mejor sentido),
grandilocuente y elegante tratado de acid rock en consonancia con la clarividencia de Neil Young/Crazy
Horse, colmado de himnos para tararear alrededor de la hoguera y cubierto
de ecos y reverbs que potencian esa sensación onírica que se respira en todo
el disco. Un álbum que rinde pleitesía a la deidad de Toronto, sí, pero adaptándola tangencialmente a nuestros días y salpimentándola con la psicodelia de finales de los sesenta,
el blues, el folk, el rock de los primeros setenta, The Band y —por qué no
decirlo— con algo del indie más o menos ortodoxo. Pero en el pulso empujan con
más fuerza las canciones con regusto a clásico como «Just Because I Do», la delicada y acústica «Bermuda Highway», «The
Way That He Sings», «Honest Man»
o esa auténtica barbaridad titulada «X-Mas Curtain». Posteriormente han ido entregando más material —los álbumes inmediatamente posteriores a este son también portentosos—, pero no ha llegado a las cotas de catarsis emocional que sí presenta At Dawn, una auténtica masterpiece del rock americano del nuevo milenio.
Todas son escandalosas, pero aquí nuestros highlights:
«Lowdown»: Con ésta me enamoré de ellos en aquella fiesta y sigo emborrachándome con ella de tanto en tanto. Sublime la ambientación y las acústicas, la voz de Jim James en un altar para que todos la reverenciemos. The Flaming Lips matarían por haberla compuesto.
«The Way That He Sings»: Como una amable corriente, sus acordes te mecen hasta que caes en estado de letargo, un sueño maravilloso en que puedes ver a Buffalo Springfield devorando nubes de algodón (agri)dulce.
«Death Is My Sleazy Pay»: La armónica inicial anuncia emoción à la Crosby, Stills, Nash & (sobre todo) Young, y lo consigue. Si por «Lowdown» The Flaming Lips darían una falange, por esta Mercury Rev caminaban a Lourdes de rodillas.
«Bermuda Highway»: Lo que puede decirte un timbre de voz arropado por una guitarra acústica es mucho, el lamento hecho arte.
«Honest Man»: Se calan el sombrero de ala ancha y en clave country-blues muestran su lado más ¿tradicional? Casi ocho minutos de magia eléctrica. Raíz (con su punta).
«X-Mas Curtain»: Una de mis canciones favoritas de este siglo (y de siempre), anda que no he llorado veces escuchándola, solo o acompañado. Pianos que acarician, percusiones inflamadas, guitarras esplendorosas y la voz, siempre la voz de Jim observándolo todo y contándolo todo, un pasaje de su letra dice: «You're the criminal that never breaks the law» y un escalofrío sacude los restos de lo que queda de mí.
«Just Because I do»: Cabalgamos (de nuevo) a lomos de Neil Young y sus Crazy Horse y la sensación es 100% estimulante...100% My Morning Jacket.
«Strangulation!»: Pianos tenebrosos y guitarras eléctricas fantasmales dan el prólogo a una melodía en la que piano y voz te llevan a los días de After the Gold Rush.
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