jueves, 3 de marzo de 2016

PAISLEY UNDERGROUND, RETRATO DE UNA ECLOSION EFÍMERA.

Hace algunos meses nos encargaron la redacción de una artículo que pusiera algo de luz sobre ese movimiento surgido en Los Angeles a mediados de los ochenta y llamado Paisley Underground.
La idea es que el artículo fuera publicado en un fanzine de inminente salida al mercado, pero parece que, de momento, tendrá que esperar. Por lo tanto hemos decidido mostramos aquí el resultado:

Para algunos, los más acomodaticios, la década de los 80 siempre será considerada como la etapa en la que se dio un paso atrás en la búsqueda de emociones musicales de verdadera enjundia.
Tras la resaca que dejaron el  punk y la new wave a finales de los setenta, muchas de las bandas que se formaron en esos años decidieron apostar por sonidos más sintéticos. Y en cuanto a producciones, las de los ochenta -siendo sinceros- son en algunos casos cuasi lamentables.
Como respuesta a ese anquilosamiento y modernización, a peor, del sonido de la música pop la prensa acuñó el término Nuevo Rock Americano para dar cobijo a un puñado bandas realmente interesantes que se salían de los parámetros “impuestos” por las nuevas tecnologías y por el sonido popular reinante. En ese cajón desastre del NRA  tenían cabida una buena caterva de formaciones norteamericanas de diferente procedencia geográfica y con un leitmotiv diverso pero caracterizado por el uso de la tradición (country, folk-rock, pop, rock’n’roll, garaje, psicodelia) actualizada convenientemente para que los oídos de los ochenta no se vieran “engañados” en exceso.

Dentro de ese conglomerado de grupos englobados en el epígrafe de marras (muchísimos de ellos con un gran talento y una valía compositiva apreciable) encontramos a grandes de este invento como: R.E.M., los primeros Giant Sand, The Jayhawks, Violent Femmes, Los Lobos Let’s Active, Jason & The Scorchers, Uncle Tupelo, y un largo etcétera.  Lo que hace que más que hablar de un movimiento podemos acercarlo más a una escena musical, apoyada por las melodías herederas de los ritmos paridos décadas atrás y que surgen también como la evolución lógica de los sonidos más viscerales acuñados pocos años antes en ciudades talismán para el aficionado como Nueva York, Boston, Minneapolis o Los Ángeles.

Green On Red.
Pero de entre toda la producción discográfica facturada en los EE.UU. en los años ochenta destaca la que se gestó por un puñado de grandes formaciones y músicos en el suburbio de Davis, aunque solidificada en la ciudad de Los Angeles, y que recibió el nombre de Paisley Underground. El término fue acuñado por Michael Quercio, de Three O’Clock, durante una entrevista en una radio californiana y estaba íntimamente relacionado con la moda imperante en el estampado en forma de tela de cachemira que lucían las camisas de muchos músicos de la época. Una expresión tan odiada por las bandas de la zona como el de “grunge” por las de Seattle en los 90. En realidad, dicho de boca de David Roback (Rain Parade): “La etiqueta Paisley underground es buena y mala simultáneamente. Fue buena porque ayudó a muchos grandes músicos a alcanzar cierta notoriedad, lo que propició que tuvieran los medios para grabar grandes canciones. Y mala, porque se daba por hecho que las bandas utilizaban una idea preconcebida de la psicodelia para realizar sus canciones y eso no era del todo exacto".

En ese radio de acción angelino aparecieron nombres como los de Dream Syndicate, Green On Red, Long Ryders, Rain Parade, Befour Three O’Clock/ The Salvation Army/ Three O’Clock, Bangles, True West, Russ Tolman o Thin White Rope. Todos con sus particulares querencias estilísticas y filias pretéritas que beben de las fuentes antes citadas de los clásicos del pop, el folk-rock, el garaje, el country-rock y la psicodelia de la década de los sesenta, con especial inclinación por bandas como los Byrds, Pink Floyd y Big Star (Rain Parade), The Flying Burrito Brothers, The Creedence Clearwater Revival y Buffalo Springfiel (The Long Ryders), los primeros Bee Gees, Syd Barrett y The Move (Three O’Clock), The Velvet Underground y Bob Dylan (Dream Syndicate, True West) o las bandas de garaje de mediados de los sesenta con Green On Red como sus más fieles súbditos. De hecho en los ochenta también se fermentó un nutritivo caldo –sobre todo en la costa este del país- a base de formaciones que hicieron del revival garaje el cigüeñal sobre el que hacer pivotar sus composiciones. 

Como muchas formaciones de psicodelia británica de los 60, algunos de los miembros de las bandas del PU eran segmentos de la clase media/alta y descubrieron su amor por la música y por los grandes grupos de la “década sagrada” gracias a la colección de discos de sus padres.
El epicentro tecnológico del Paisley Underground fueron los estudios Radio Tokyo y el garaje del productor Earl Mankey, que tenía una mesa de mezclas que se utilizó para grabar algunas tomas del “Pet Sounds” de los Beach Boys. Al usar los mismos locales y estudios era usual que algunas bandas colaboraran con otras y la relación entre estos proyectos sonoros era casi endogámica. Todas compartían su amor por los mismos grupos y se reunían para hacer barbacoas. De hecho el germen de esta escena se gestó en la parrilla de la casa que acogía a los miembros de Green On Red y sus novias. Allí bebían, comían, charlaban y tocaban canciones gentes que después formarían parte de Green On Red, Dream Syndicate o Rain Parade. Así que la “escena” no comenzó en un club, en un local o en un barrio de LA sino frente a unas chuletas, una hamburguesas y unas salchichas..
En muchos casos las colaboraciones profesionales entre miembros de diferentes bandas eran palpables como las que protagonizaron Stevey Wynn (Dream Syndicate) y Dan Stuart (Green On Red) en ese delicioso proyecto apodado Danny & Dusty; o el mismo Wynn junto a Russ Tolman (True West) colaborando y produciendo discos de éste último. También encontramos a miembros de Rain Parade, Bangles, Three O’Clock o Dream Syndicate uniendo sus fuerzas en el disco “Rainy Day”, álbum de versiones de la Velvet, Dylan, Big Star, The Who, etc. Y por supuesto esa delicada oda al cancionero “del plátano” que le tributaron Kendra Smith (Dream Syndicate) y David Roback (Rain Parade) en su proyecto Opal.

Cartel publicitario de Rain Parade.
Y saliéndonos un poco del radio de acción de Los Ángeles, en la misma California tropezamos con grupos de similar eje sónico a las del PU como Game Theory, Flying Color, Beat Farmers, Los Lobos o los Blasters, que ya sea por cercanía geográfica o similitud formal deben aparecer a la vera de éstos.
Pero no podemos decir que el “Paisley Underground” fuera un género con denominación de origen L.A. ya que en otros muchos puntos de los EE.UU. (y más o menos en su misma época de actividad) nos topamos con bandas cuyas influencias sonoras son claramente similares a las de esas formaciones californianas. Así encontramos conexiones fuera de L.A. como las de R.E.M. y Guadalcanal Diary en Athens (Georgia); Absolute Grey, The Feelies, The Silos y The Optic Nerve en la ciudad de Nueva York; The Green Pajamas en Seattle; Green y The Outnumbered en el área de Chicago; los psicodélicos Plasticland y Violent Femmes en Milwakee; Mojo Nixon en Danville (Virginia); los cowpunks Jason & The Scorchers en Nashville; The Del Fuegos en Boston; Miracle Legion en Connecticut o The Jayhawks en Minneapolis.

Pero tanto los grupos del Nuevo Rock americano como los “ubicados” en el Paisley Underground no gozaron del respaldo en ventas que a todas luces merecían, aunque sí del cariño del público y de la admiración de un sector de la crítica y la prensa especializada.
Sin embargo, que esas bandas no tuvieran una repercusión masiva los días en que estuvieron en activo, no significa que no hayan dejado poso en generaciones posteriores. Así, en los 90 y en la actualidad, podemos contar con los dedos de un regimiento los combos influidos, de un modo u otro, por el Paisley Underground: desde Mercury Rev y Grandaddy hasta Wussy o Quarter After; de Shake Some Action a Thomas Function; pasando por Buffalo Tom, Gin Blossoms, Luna, Beachwood Sparks, los Shins, The Parties, Quilt, las bandas del colectivo Elephant Six o Yo la tengo, todas ellas han sido -de un modo u otro- aglutinadores sónicos de primera, influidos e influyentes en la misma proporción y jueces y parte en el devenir del rock americano de los últimos 30 años. Todas estas bandas tienen algo que reivindicar a ese compendio generado en el sótano sonoro de Los Ángeles en los primeros 80.

The Long Ryders.
Al hilo de esto hay que apuntar que su área de expansión también se amplía hasta el Reino Unido (donde tenemos enormes exponentes de esos sonidos: los Soft Boys de Robyn Hitchcock, The Dentists, The Thanes, The Only Ones, The Jacobites, The Duques Of The Stratosphere o los Prisoners por poner algunos ejemplos) e incluso llega a Nueva Zelanda con todos aquellos grandes grupos del denominado Dunedin Sound (The Bats, The Chills, The Clean, Tall Dwarfs, Wild Poppies, Garageland, etc.)
A mediados de los ochenta el movimiento se evaporó como llegó, casi sin hacer ruido, para una gran masa de población (la menos sensible a las melodías de altura) debido a disputas internas, desacuerdos en cuanto a quién debía componer (y quién no) las canciones y a la ambiciosa sombra de las grandes etiquetas discográficas que terminaron por emponzoñar un ambiente otrora inmejorable.

Aún así su legado hoy en día sigue siendo palpable por lo que desde aquí decimos: “¡Larga vida a las cachemiras del subsuelo!”

Three O'Clock.

4 comentarios:

  1. Madre mia, este articulo deberia ser estudiado de forma obligatoria en los colegios. Cuantos buenos grupos, cuantos buenos discos, cuanta buena musica!!

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  2. Jajajajaja, muchas gracias Don Rubén.

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  3. Muy buen artículo. De toda aquella hornada me quedo con Dream Syndicate. Su debut sigue maravillándome cada vez que lo escucho, una de las obras maestras del rock de los ochenta. Y el concierto que vivimos en Madrid para celebrar su trigésimo aniversario fue soberbio de principio a fin.

    Saludos.

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  4. MUchas gracias Gonzalo. En ese concierto estuvo un servidor, si no recuerdo mal en la sala El Sol, y sí, estuvo muy bien.

    Abrazos.

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