¿Lo mejor de la década?

En estos días la mayoría de publicaciones –tanto españolas como internacionales– hacen inventario de lo acontecido musicalmente en la última década (cuando en realidad este decenio termina en 2010), y uno se queda mirando las susodichas como las vacas al tren. No porque no conozca a los “agraciados”, sino por encontrar muchas (muchísimas) más ausencias que presencias y por comprobar la escandalosa cantidad de lugares comunes que ofrecen. Es decir, en casi todas –por no decir en toda–- aparecen Arcade Fire, Franz Ferdinand, Bob Dylan, Animal Collective, Radiohead, Wilco, LCD Soundsystem, Sufjan Stevens o The White Stripes.

Nada en contra, de hecho, algunos de esos nombres son sumamente disfrutables para un servidor, caso de Wilco y Sufjan Stevens. Particularmente irritante es la copia de lo que viene de fuera que se ejecuta en la mayoría de medios "especializados" de este país, pero, bueno, eso ya da para otra reseña bien larga, o bien corta, según se mire. Avivemos pues la polémica, el problema –bajo mi humildísimo punto de vista- estriba en que en esos glosarios ni son todos los que están, ni (por supuesto) están todos los que son. Esta claro que no se pueden resumir 10 años en tan solo 50 o 100 discos, pero es alarmante la falta de imaginación, interés, investigación (y yo añadiría cierto criterio, rigor y objetividad) de la que hacen gala casi todas estas revistas y webzines.

No me voy a rebajar ni a hacer el ejercicio fatuo de comparar el debut de The Strokes con el Time Bomb High School de Reigning Sound, decir si es mejor el Yoshimi Battles The Pink Robots de Flaming Lips que el álbum homónimo de Beachwood Sparks, si el Back To Black de Amy Winehouse tiene mejores canciones que Naturally de Sharon Jones and The Dap-Kings, o si Pete Doherty y sus Libertines era mejor grupo que los malogrados The Exploding Hearts –aunque yo lo tengo todo bien claro–, al fin y al cabo se trata de música pop y cada disco y cada artista tiene sus virtudes, de las que supongo habrán echado mano a la hora de escogerlos como representantes importantes de esta década que, supuestamente, nos deja en un mes y medio escaso.

Lo malo es que da la sensación, en muchos casos, de que estos medios se centran excesivamente en las cualidades innovadoras o vanguardistas (y otros ponderables de calado secundario, en mi opinión) dejando un poco de lado si el disco en cuestión es realmente bueno, más allá de que los atributos que los definan sean arty, trendy o avant garde. Amén de intentar llegar a casi todos los rincones estilísticos colocando trabajos de indietrónica, hip-hop, post-rock, etc... sin importar su relevancia o nivel cualitativo. Y añadiría el bajísimo nivel de riesgo que atesoran cada uno de estos listados, tirando por el camino fácil escogiendo lo más conocido o tendencioso en numerosas ocasiones.

Así uno se queda asombrado al no encontrarse en ninguna de ellas artefactos de la entidad de Circular Sounds de Kelley Stoltz, Porcella de Deadly Snakes, She’s The Dutchess He’s The Duke de The Dutchess And The Duke, I Don’t Know Where I’m Going But I’m On My Way de Murry Hammond, New Seasons de The Sadies, Like Love Lust And The Open Halls Of The Soul de Jesse Sykes & The Sweet Hereafter, Wheels In Motion de Glenn Mercer, The Pirate's Gospel de Alela Diane, Ghost Dance The Pine Hill Haints, Fox Confessor Brings The Floor de Neko Case, Lapalco de Brendan Benson, Harmonium de The Soundcarriers, Trouble de Ray Lamontagne, The Convincer de Nick Lowe, Moving Up Country de James Yorkston & The Athletes, Fading Trails de Magnolia Electric Co., Second Guessing de Oakley Hall, Easy Beat de Dr Dog, Let It Come Down de Spiritualized o Chutes Too Narrow de The Shins. Y así cientos de títulos más. .

Dejémonos ya de tópicos como que para gustos los colores, que cada uno tiene su propia lista o que la

línea editorial de la revista va en esa dirección, porque como bien decían Faemino y Cansado: «eso estará bien p’al que le guste.», y es obvio que hay una inmensa minoría a la que estos discos no nos gustan. Aparte de lo falaz de tener que echar recurrentemente mano de las filias dejando de lado el rigor y la calidad del producto en cuestión. En definitiva, se intenta abarcar mucho, pero siempre se coloca la aguja de la hebilla en el mismo agujero de la correa. 

Sí es cierto que algunos nombres crean consenso, y contra eso no tengo absolutamente nada en contra. Mi reflexión está más centrada en las ruedas de molino con las que nos intentan hacer comulgar y el poco interés por el sondeo “alternativo” —y yo añadiría cierto bajo nivel de criterio, concisión y objetividad— que se olvida de vindicar esos otros personajes que continuamente van apareciendo y a los que aquí NADIE hace caso. Una pena, porque hay un universo paralelo plagado de extraordinarias obras discográficas por las que se sobrevuela sin fijar el radar y que le pasan la mano por el lomo a la mayoría de las expuestas en los listados de "lo que manda" en detrimento de lo verdaderamente mollar.