Hace algunos meses la revista de tendencias View Of The Times solicitó los servicios de este Hotel para que hiciera una semblanza que relacionara la tormentosa vida de Gram Parsons, el mundo de las drogas y el universo estilístico del sastre Nudie Cohn.
Este es el resultado, que se puede leer en la edición impresa de la publicación:
Mucho se ha escrito y hablado ya sobre la iconografía en el mundo de la música rock y/o pop. Porque… ¿quién no la visto alguna vez la famosa boca de los Rolling Stones, la celebérrima diana mod, el escudo con el águila dentro de los Ramones o el puño cerrado en el interior de un círculo que lucen en chapas y parches todos los amantes del Northern Soul? Y a buen seguro que se seguirá hablando porque la maquinaria promocional de la industria del disco (ahora no en su mejor momento) se encargará de manufacturar nuevas imágenes con las que relacionar bandas con movimientos y estilos musicales de lo más variopinto.
Algo similar ocurre en el mundo de la moda y su relación casi tántrica con el mundo de la música: las big bands, el swing y el Tin Pan Alley con sus sombreros fedora o borsalinos y las americanas cruzadas de solapa ancha; los inicios del pop en los que veíamos a los Beatles y demás bandas con sus trajes de tres botones, pantalones sta prest y Chelsea boots; la pata de elefante, el glam rock y su brillantina; los ochenta y su descarado mal gusto estético, la franela de la época grunge y el «revival» de la moda punk.
Pero el caso es que hay un estilo musical que, teniendo bien definidos sus postulados sonoros y de imagen, no ha tenido un icono claro al que asirse en sus más de sesenta años de historia. Hablamos del country, y más concretamente, de country psicodélico. Porque para esas bandas que utilizaban, tanto por vicio como para inspirarse, el bourbon, el peyote, la marihuana, el LSD, e incluso la heroína, los símbolos a los que echar el ojo no están muy bien definidos.
Y es que la relación de Parsons con todo lo prohibido viene definida por el carácter autodestructivo de sus progenitores, unos ricos terratenientes de Florida. Su padre se suicidó disparándose un tiro en la cabeza y poco después su madre, que posteriormente se casó con Robert Ellis Parsons (de quien Gram tomó su apellido artístico), murió a causa de su adicción al alcohol.
Estos precedentes no pueden ser buenos para una persona «normal», pero si encima te dedicas al negocio de la música y trabas amistad (a finales de los sesenta) con personajes de la talla (y reputación) de Mick Jagger o Keith Richards la cuadratura del círculo está servida.
Aparte de su adicción a numerosos estupefacientes y al alcohol, GP también tenía recurrentes problemas de pareja ya incluso en su etapa con los Byrds. Todo ello (suponemos) fue el detonante que propició que en plena gira Europea con McGuinn, Hillman y Cía. se negara a acudir y actuar en Sudáfrica. ¿La excusa?: el régimen de apartheid del que «gozaba» el país. A raiz de ello terminó su breve participación en el grupo y… ¿a que no sabéis en la casa de quién se quedó viviendo Parsons una temporada mientras los Byrds viajaban y actuaban en Sudáfrica? Of course en la residencia londinense de Keith Richards.
Poco después de la marcha de Gram, Chris Hillman también dejó a los Byrds y juntos formarían a los referenciales Flying Burrito Brothers, con quien Parsons grabó dos discos, y en cuyo mencionado debut The Gilded Palace of Sin, es en el que Parsons, Hillman, Chris Etheridge y ‘Sneaky’ Pete Kleinow aparecen ataviados con los ya legendarios trajes confeccionados por el sastre del country rock por antonomasia, el mencionado Nudie Cohn. Cohn ya había utilizado tijera, hilo y aguja para engalanar la osamenta de gentes tan dispares como: John Wayne, George Jones, Elvis, Cher, John Lennon, Elton John, Robert Mitchum, Tony Curtis, Porter Wagoner, Hank William e incluso ¡Ronald Reagan!.
Pero de los que siempre se ha hablado con fervor como la «Capilla Sixtina del universo Cohn» son los trajes que llevaban puestos los FBB en la portada de su inconmensurable estreno. Estos Nudie suits, como se les llamaba popularmente, llevaban bordados muchos de los temas recurrentes dentro de la vida y hazañas de Parsons y ponen la imagen a ciertos pasajes líricos incluidos en el LP. Así vemos cosidas hojas de marihuana, chicas desnudas, aves exóticas, enormes cruces cristianas, amapolas y demás flores con marcado tinte psicotrópico, abalorios de todo tipo y tonalidad que conforman la peculiar imaginería de Cohn. El disco debut, como queriendo relacionar esos trajes con lo que quiere plasmar su interior, nos narra en tono agridulce -y a golpe de folk, country, psicodelia y gospel- las curvas emocionales dentro de la vida de su protagonista principal sin descuidar personajes femeninos de dudosa moral. Soledad, ciudades corruptas vendidas al capitalismo, huidas libertarias a lomos de motocicletas e irónicas miradas a los movimientos culturales de la época barnizan con una generosa capa la atemporalidad y el marcado carácter social del LP.
Parsons, incluso después de muerto, tuvo un rocambolesco protagonismo ya que parece ser que le confesó en uno de sus « viajes» a su amigo Phil Kaufmann que cuando muriese, quería que su cuerpo fuese incinerado y esparcidas sus cenizas en el desierto de Joshua Tree. Cuando Gram falleció, Phil y un amigo se las arreglaron para robar el ataúd y llevárselo al desierto. Una vez allí, lo abrieron, lo rociaron con gasolina y en plena faena se presentó la policía. Nuestros amigos huyeron sin tener tiempo de finalizar su «obra» y varios días después fueron arrestados. Pero lo curioso es que el deseo de Gram terminó por verse cumplido ya que (de nuevo) Kauffman, se las ingenió para volver a robar su cadáver en el aeropuerto de Los Ángeles para así cumplir la voluntad del músico de descansar en Joshua Tree.
Lo que ya no sabemos es si Parsons murió con un nudie suit puesto…